“Cajeros”: la nueva modalidad de juego clandestino en Argentina

Cada vez más niños y adolescentes apuestan online mediante “cajeros”, personas que ofician de intermediarios entre los menores y las plataformas de juego. Crece la preocupación por las apuestas en las escuelas y la publicidad a través de redes sociales.

Un menor con una baraja de cartas y en el fondo la bandera argentina.

Cada vez más niños y adolescentes apuestan online mediante “cajeros”.

Cómo se filtran los menores en las plataformas de apuestas

Desde que avanzaron las legislaciones de juego online en la mayor parte de Argentina, una de las principales preocupaciones ha sido la de evitar las apuestas entre menores. Sin embargo, los resultados en ese sentido no parecen haber sido muy positivos.

En los últimos meses se han multiplicado las expresiones de docentes sobre este tema. Al parecer, se nota cada vez más que los adolescentes y niños apuestan en las aulas y los recreos. Los principales medios de comunicación del país han realizado informes al respecto.

¿Cómo es posible que los menores de edad accedan a las plataformas de apuestas cuando esto está expresamente prohibido por ley? ¿Cómo puede ser que logren hacerlo cuando todos los operadores legales requieren la verificación de la identidad a través del DNI?

Una de las maneras es la vieja y conocida falsificación de documentos. Esto es más sencillo hoy en día, con las herramientas digitales a mano. También hay casos de menores que utilizan el nombre y el DNI de algún mayor de la familia, en lo que se conoce como el robo de la identidad virtual.

Estos mecanismos no suelen ser del todo efectivos. Por eso es que ha surgido la modalidad de “cajeros”, es decir, personas que levantan las apuestas en un grupo de WhatsApp o de Telegram como si se tratara la mesa de un bar de mediados del siglo XX.

En estos grupos no se pide ningún tipo de verificación de identidad, puesto que están dedicados a facilitar las apuestas entre menores. El “cajero” suele ser un mayor de edad que se aprovecha de la situación, o, en ocasiones, un menor que encontró la forma de crearse una cuenta.

El agravante de las plataformas clandestinas

Las dificultades que los menores pueden encontrar al momento de registrarse en un casino online o una casa de apuestas están vinculadas con los sistemas de seguridad obligatorios que se les imponen a las plataformas con licencia.

Estos requisitos están determinados por las autoridades que entregan las certificaciones. En la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, es el Instituto Provincial de Loterías y Casinos (IPLyC); en CABA, es LOTBA. Las provincias de Córdoba y Mendoza también ha normado la actividad.

A espaldas de la reglamentación de juego online, existe un mundo de plataformas sin licencia que funciona sin pagar impuestos y sin cumplir requerimientos técnicos. Algunas están habilitadas por ignotos organismos de países que se caracterizan por ser paraísos fiscales; otras, ni siquiera eso.

En todos los casos, ni siquiera suele pedirse la verificación de la identidad, por lo que los menores no tienen obstáculos para registrarse con nombres y edades falsas. Tampoco existen garantías sobre la transparencia de los resultados de los juegos de azar y las cuotas de las apuestas deportivas.

Ninguna dificultad para realizar pagos

La digitalización de la economía llegó hace tiempo a la vida doméstica. Muchos padres y madres prefieren abrirles una billetera electrónica a sus hijos e hijas, en vez de darles dinero en efectivo para sus gastos.

La edad mínima para crear una cuenta en Mercado pago, uno de los principales métodos en plataformas de juego online, es 13 años. Para ello hace falta el DNI y la autorización del tutor. Sin embargo, esa misma cuenta no queda impedida de realizar depósitos en sitios de apuesta.

En otras palabras: no existe ningún control desde los medios de pago sobre el uso de dinero en menores de edad.

Para peor, una publicidad orientada

Las marcas de apuestas están promocionadas en carteles en la ruta, en estadios y camisetas de fútbol, en anuncios constantes en radio y televisión. No existen restricciones de horarios ni de programación: los menores están permanentemente expuestos a estas campañas.

Pero además están las redes sociales, el terreno donde los niños y adolescentes se mueven con mayor comodidad. Allí hay influencers contratados por las marcas de juego, que realizan recomendaciones de juegos y dan consejos sobre apuestas deportivas.

Estas personas invitan a jugar abiertamente en redes como Twitch o YouTube, sin considerar la edad de su público. Si bien es cierto que las plataformas han puesto restricciones para las tragamonedas sin licencia, la prohibición no llega a modificar el estado de cosas.

¿Alguna respuesta de las autoridades?

Se supone que la principal ventaja de un mercado regulado de apuestas online es que el Estado puede tomar medidas para evitar efectos nocivos en la sociedad. No pareciera ser el caso, por ahora, de lo que sucede en Argentina.

En la provincia de Buenos Aires, el IPLyC cuenta con un Programa de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo que data del 2005. Si bien ha sido actualizado, no dispone de perspectiva para tratar el fenómeno de apuestas online entre menores de edad.

Lo mismo puede decirse de LOTBA en la capital. Este año ha realizado su campaña por el Día Internacional del Juego Responsable, pero no se han tomado medidas para fortalecer las restricciones a niños y adolescentes.

Un problema de siempre con desafíos nuevos

Las apuestas como modo entretenimiento existen desde tiempos inmemoriales, así como otras prácticas culturales que pueden afectar a sectores vulnerables. Por ese motivo es que se espera que existan protocolos para minimizar su incidencia negativa.

En la actualidad se ha sumado la complicación de las relaciones virtuales. No se trata de un fenómeno solo vinculado con el juego, sino que alcanza a toda la experiencia social.

Es sabido que los casinos online y las casas de apuestas no son los estímulos idóneos para los menores. ¿Pero lo es Instagram? ¿Lo es Twitch, o TikTok? Lo que se le ofrece como producto de entretenimiento a la juventud parece fuertemente caracterizado por el bajo umbral de dificultad y cierta impronta adictiva.

Por sobre la adicción a las apuestas se localiza la adicción más general a las pantallas. No es solo la excitación propia del juego lo que atrae a los menores, sino la compulsión del scrolling y la inmediatez.

Hay áreas a las que puede llegar el Estado para demostrar el beneficio de un mercado regulado. Una de ellas son los “cajeros” que invitan a jugar a los menores; otra son las exigencias a las plataformas de pago para controlar la actividad.

Así y todo, hay un aspecto que trasciende lo que se puede normar en las reglamentaciones, y tiene que ver con las conductas y hábitos humanos de cada cultura. Los peligros de la era virtual han comenzado a mostrar sus puntas.

Jeronimo Corregido
Nueva problemática: cómo impedir que los menores apuesten online mediante intermediarios que se llevan una comisión.