Inversión en criptomonedas, un negocio redondo… ¿para quiénes?

A 16 años del lanzamiento de bitcoin, ¿a quiénes le ha servido el enorme negocio de las criptomonedas? ¿Cómo ha afectado esta industria a la economía mundial? ¿Las finanzas descentralizadas han llevado oportunidades a las grandes mayorías, o han sido una excusa para que el capital se siga reconcentrado?

Bitcoin dorado dentro de una burbuja, rodeado de figuras en distintos niveles de riqueza.

La burbuja de bitcoin sigue creciendo con algunos vaivenes.

Una década y media escuchando la promesa de bitcoin

Cuando surgió bitcoin en el año 2009, parecía que se trataba de un proyecto revolucionario que proponía el fin del dinero como se lo conocía. Los entusiastas hablaban de mayores oportunidades para todo el mundo, del fin de los controles de las despiadadas entidades bancarias.

Lo cierto es que, 16 años después, con el valor de bitcoin volando por los aires, no hay muestras de que las finanzas descentralizadas hayan traído algún beneficio al ordenamiento global. Por el contrario, han sido 16 años de recrudecimiento en la violencia bélica, de refuerzo en los discursos de odio y de profundización de la desigualdad.

Claro está que nada de eso es responsabilidad directa del sector de las criptomonedas, ya que han sido muchas las variables en juego. Sin embargo, ningún fenómeno se da aisladamente y todas las ramas están conectadas.

Que todo cambie para que todo siga igual

Los escépticos de la industria pasaron del descreimiento a la aceptación al ver cómo prosperó la cotización de las criptomonedas con el curso del tiempo. De hecho, bitcoin fue nombrado, sin discusión, el activo más rentable de la década.

Aun más: recientemente bitcoin superó a Amazon en capitalización de mercado, al superar la cotización de US$123.000 por unidad, con un valor conjunto de US$2,38 billones. Solo tiene por encima a pesos pesados como Nvidia, Microsoft, Apple y Saudi Aramco.

Así pues, la promesa de bitcoin ya es una realidad. Ahora bien, ¿qué ha cambiado con eso? El índice Gini, que mide la desigualdad económica en el mundo, ha mostrado que la brecha entre los más ricos y el resto del mundo se ha ensanchado en los últimos años.

Es cierto que la oportunidad de invertir en bitcoin o en cualquier criptomoneda está abierta para cualquier persona con conexión a internet. Sin embargo, también es cierto que en paralelo se ha incrementado la dificultad para sostener un empleo formal y para conseguir vivienda fija. ¿Cómo se equilibran esos factores?

El pastel sigue en las mismas manos de siempre

Lo que se esperaba que fuera una revolución financiera no ha sido más que la aceleración de uno de los procesos que se estaban dando a fines del siglo XX: el reemplazo de producción por la especulación. Si algo ha conseguido bitcoin, es consolidar la promesa de volverse rico sin producir.

Además, lejos de solucionar algunos de los problemas que se proponía resolver, la industria de las criptomonedas ha resultado en una nueva y más radicalizada pleitesía del capital. En un mundo de semejantes asimetrías, grandes sectores de las clases bajas y medias tienen instalado que invertir en criptomonedas puede ser la salvación económica. Una salvación siempre individual, mezquina y egoísta.

Una salvación, por otra parte, falsa. Mientras que los grandes capitales que invirtieron en criptomonedas han sido los grandes ganadores de la década, los inversores unitarios y sin información tienden a caer en engaños y estafas, como lo que sucedió con el token $LIBRA en Argentina, o con el masivo fraude de RainbowEx.

El auge de las criptomonedas no parece ser el ápice de ningún cambio para bien en el mundo, sino que representa la cristalización del capitalismo financiero. Un sistema que sigue funcionando para una minoría infinitesimal, mientras el resto del mundo se empobrece paulatina e inexorablemente.

Jerónimo Corregido – Estafa.info – Editor jefe de la sección de noticias
Mientras que bitcoin supera su récord capitalización, la desigualdad económica sigue ampliando sus márgenes en todo el mundo.