Mientras que en el siglo XX las apuestas funcionaban como una aceleración en el pasaje hacia la adultez, el juego online del siglo XXI propone exactamente lo contrario. Con una gamificación total de la experiencia, el ideal del consumidor digital moderno es el de un niño rodeado de dispositivos fáciles de usar y con luces de colores.

El modelo de ciudadano del siglo XXI difiere grandemente del siglo anterior
Siglo XX: la timba como un paso a la vida adulta
“Basta de carreras, se acabó la timba” reza la estrofa del tango Por una cabeza de Carlos Gardel, quizás la canción más conocida de su género a nivel mundial. Promete que “Un final reñido ya no vuelvo a ver”. Aunque enseguida se desdice: “Pero si algún pingo llega a ser fija el domingo/ Yo me juego entero/ Qué le voy a hacer”.
El tango es una de las grandes ventanas por las que se puede ver la sociedad argentina del siglo XX, y uno de sus puntos más recurrentes es la timba. En efecto, la urbanización y los movimientos migratorios en el país fomentaron las prácticas de juego como nunca antes.
El juego, claro está, era una prerrogativa de los mayores. Como el tango, la bebida y como tantas otras cosas. Por eso no era extraño que los más jóvenes quisieran intervenir, empezar a participar lo antes posible. La timba representaba un riesgo, un mundo de posibilidades, donde había que mostrarse maduro y confiado para poder progresar.
Pensamos desde esta óptica: para apostar en casi cualquier juego había que ingresar en una sala llena de personas, interactuar con los demás, en un espacio seguramente lleno de humo y de lenguas diversas. O, por lo menos, hablar cara a cara con un revendedor de quiniela, el juego ilegal que prosperó durante todo el siglo de espaldas a la Lotería Nacional.
Claramente, un universo completamente vedado a un niño, o a cualquier persona que no se ajustara al estándar de macho de la época. Es una de las ideas que Ana Cecchi toma para su libro La timba como rito de pasaje, publicado por Ediciones de la Biblioteca Nacional Argentina.
La timba online: el resultado de un proceso opuesto
Si en el siglo XX el ideal de ciudadano era un hombre heterosexual de bigotes y sombrero, en el siglo XX es un adolescente. Sus actitudes propias, como el capricho, la indolencia y la inestabilidad emocional, son idóneas para la sociedad de mercado actual, que ya no busca soldados como hace cien años, sino consumidores permanentes.
Este cambio en el ideario del ciudadano es muy visible en el juego. De las salas llenas de interacciones reales y peligros en ciernes, se ha pasado a plataformas 100% seguras, con protección de datos, privacidad absoluta y profilaxis social. Es el paso de la comunidad a la individualidad.
Pero aún hay más: la timba online se caracteriza por su gamificación de los productos, que ofrecen todo como un videojuego de colores, ya sea una tragaperras, una mesa de blackjack o una lotería convencional. Todo tiene que ser divertido, luminoso, de ideología neutra. Un producto que apunta, decididamente, no a niños, sino a adultos con mentalidad infantil.
Es una constante que no solo se ve en el juego online, sino en prácticamente todas las áreas del mercado. Ningún producto se promociona como algo que hará madurar o crecer, sino como lo contrario: “Conserve su juventud”, “No deje que los años avancen”, “Evite el paso del tiempo”.
Las mismas consignas con las que se venden cremas antiarrugas son las que subyacen en muchos otros consumos, entre ellos los casinos y las casas de apuestas. Una muestra más de la infantilización de la sociedad en la que transcurre el siglo XXI.