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Cómo es la vida de los animales que participan en carreras

Los caballos y los galgos son protagonistas de la una enorme cantidad de carreras en todo el mundo, pero su vida pasa lejos de las comodidades y el bienestar. Desde distintas organizaciones se impulsan campañas para evitar el maltrato animal en las competencias que están relacionadas con las apuestas, en función de hacer que la actividad sea más sostenible.

Caballo castaño corriendo en carrera con un jockey a cuestas.

Organizaciones reclaman por mejoras en el tratamiento de los animales de carrera. (©dreamtemp/Pixabay)

La realidad de los caballos de carreras

Los caballos son animales que naturalmente viven en manada, cuidándose en comunidad, pero cuando entran en la actividad comercial humana sus condiciones cambian de manera drástica. En el mundo de las carreras hípicas, los caballos pueden quedar recluidos a espacios más pequeños de lo indispensable, además de perder la sociabilidad entre los de su misma especie que le es típica.

A pesar de que estos animales son costosos y su mantenimiento requiere gastos elevados, no siempre se le da un buen trata. De hecho, aquellos caballos que no obtienen los resultados esperados en las carreras pueden estar sometidos a castigos por parte de sus propietarios. Asimismo, el propio entrenamiento para volverse más veloces trae aparejados cambios en su alimentación y rutina que no están ligados con su bienestar, sino que responden únicamente a las necesidades de la competencia.

Quizás el caso más emblemático se dio en España en el año 2015, cuando un empresario hípico fue enviado a la cárcel por matar a palos a su caballo. Ante la crueldad y la violencia con que el hombre asesinó al animal, la justicia no contempló la opción de trabajos comunitarios ni otras tareas, y lo envió a prisión por ocho meses. La comunidad de Mallorca, donde sucedió el hecho, realizó repudios contra este tipo de prácticas crueles contra los animales.

Si bien este hecho fue penado por la justicia española, la misma situación se replica en todo el mundo sin demasiada acción por parte de las autoridades. No existen protocolos estatales sobre cómo debe ser el cuidado de los caballos desde una perspectiva de bienestar, ni tampoco hay reglas en los hipódromos que tengan en cuenta los intereses de los animales. Así y todo, estos temas están cada vez más presentes en el debate de la industria hípica, con el fin de limpiar la imagen y garantizar el trato digno de los caballos.

Los galgos tampoco la pasan bien

Los caballos están en el centro de la escena por ser los animales más tradicionalmente ligados al mundo de las carreras, pero no son los únicos. Los galgos, por ejemplo, están empleados en competiciones que mueven millones en apuestas, y no siempre corren en buenas condiciones. La cría y la comercialización de estos perros es un tema de debate en todo el mundo, el cual ha recibido duros cuestionamientos de entidades protectoras de animales.

Sin ir más lejos, el año pasado hubo una gran polémica en Extremadura por el canódromo de Montijo. La Comunidad Autónoma había acordado la entrega de €100.000 a la Asociación de Galgueros, así como la cesión de 40.000 metros de terrenos municipales. Esto despertó el enardecido reclamo de organizaciones sociales y la oposición política. La actividad misma de las carreras en galgos comenzó a ser cuestionada.

Las distancias que corren estos animales van desde 210 hasta 1100 metros. Para optimizar su rendimiento, no es extraño se les brinden drogas, al tiempo que se los somete a dietas complejas para evitar su engorde y mantener su fuerza. En muchas ocasiones, se han elevado reclamos por el enjaulamiento prolongado de estos animales, que se desarrollan plenamente en espacios amplios y abiertos, dada su condición física.

Cuando los animales ya no sirven para correr

Otro de los puntos que están bajo la lupa es el destino de caballos y galgos cuando se termina su etapa de competición. En la gran mayoría de los casos, los animales son ejecutados. Los caballos son vendidos por kilo de carne para la industria agropecuaria, mientras que los galgos son simplemente sacrificados, en vista de que su manutención es muy onerosa.

Esta utilización de seres sintientes no se condice con las prácticas de la industria del juego moderna, que se basa en estándares de moral y ética para llevar a cabo su negocio. Tal es así que el tratamiento de los animales podría ser una de las llaves para analizar las carreras del futuro. Hay quienes piensan que tanto galgos como caballos puede recibir mejores condiciones para hacer que las actividad se despoje de la crueldad de la que se la tilda.

No obstante, otras miradas invitan a pensar en que la práctica podría quedar obsoleta en la sociedad del futuro que se avecina. Con el avance de filosofías como el veganismo, el usufructo de animales podría replantearse desde bases completamente nuevas. Las riñas de gallos, por ejemplo, ya no son legales en casi ningún país de occidente. Sin dudas, este es un período de transición, en el que la postura que tomen las organizaciones de juego será determinante.

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